martes, 6 de diciembre de 2011

MEDITACION, REDES NEURONALES Y SALUD MENTAL.


La meditación es una práctica milenaria con efectos beneficiosos para el organismo y la salud mental. Pese a que dichos efectos son confirmados por quienes la practican, el mundo occidental no se ha interesado por la meditación a nivel científico hasta hace pocos años. Son cada vez más los datos y los estudios que nos permiten comprobar esos beneficios ya conocidos y que fomentan la incorporación de la práctica meditativa a nuestro día a día.
Meditación en la naturaleza
Alrededor del 50% del tiempo que pasamos despiertos tenemos el cerebro distraído, sin centrarse en nada en concreto, viajando de pensamiento en pensamiento, de sueño en sueño. Aunque pudiera parecer que esos momentos son relajantes, los estudios demuestran que cuanto más deambula nuestro cerebro, menos feliz es la persona. El área que se activa en esos instantes ‘inactivos’ de deambulación de la mente es la Red Neuronal por Defecto y se sabe que está relacionada con el déficit de atención y los trastornos de ansiedad, entre otros. Un nuevo trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Yale y publicado en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” (PNAS) ha evaluado a gente que lleva diez años practicando la meditación y ha comparado, mediante resonancias magnéticas cerebrales, su actividad con la de personas que o no meditaban o no tenían tanta práctica.
En dicho estudio se han centrado en tres tipos distintos de meditación:
  • Meditación de la concentración: se basa en la respiración y en las sensaciones que percibimos de nuestro cuerpo, permitiéndonos centrar y aquietar la mente, estar presentes en el aquí y el ahora.
  • Meditación del amor y la amabilidad: consiste en proyectar sentimientos de amor y estima hacia terceros o hacia uno mismo, evocando y repitiendo mentalmente afirmaciones positivas de refuerzo emocional que necesitemos en ese momento.
  • Meditación de la conciencia sin elección: se trata de centrar la atención en los pensamientos que pasan por la mente, aceptándolos pero no recreándonos en ellos.
En todas estas modalidades, los meditadores mostraron un descenso de la actividad en la Red Neuronal por Defecto e incrementaron la Red orientada a las Tareas, que es aquella que ponemos en marcha cuando queremos conseguir un objetivo. Este efecto se comprobó tanto durante la meditación como en los periodos de descanso, lo que para los investigadores indica que “las personas que meditan durante muchos años desarrollan una nueva red neuronal por defecto en la que hay una mayor conciencia de uno mismo y del presente y menos ensoñación”. Es decir, la meditación nos da la posibilidad de crear nuevas redes neuronales o lo que es lo mismo, nuevas formas de pensar y de dirigir nuestro diálogo interno.
Según afirma el coordinador del estudio, el psiquiatra Judson A. Brewer, “la meditación ya había mostrado sus capacidades para ayudar a dejar de fumar o a sobrellevar mejor ciertas enfermedades, pero conocer su funcionamiento en el cerebro amplia el rango de implicaciones clínicas que puede tener, recomendando “empezar a meditar ya, incluso con dedicarle unos minutos al día se podrán comprobar sus beneficios a largo plazo”. El hecho de demostrar que la meditación es una herramienta capaz de alterar y modificar la Red Neuronal por Defecto abre un amplio campo de investigación para el tratamiento de adicciones y trastornos de conducta.

APRENDER A MEDITAR
Cuando somos niños nos enseñan a cepillarnos los dientes, a atarnos los cordones de los zapatos, a vestirnos, a escribir….pero nadie nos enseña a meditar. Por este motivo lo primero que tenemos que tener presente antes de perder los nervios es que la meditación es algo que se aprende, si nos interesa, en la edad adulta. Y como cualquier aprendizaje se fundamenta en dos pilares esenciales: la práctica y la paciencia.
Postura de meditación
Hemos hablado de la meditación en varias ocasiones, especialmente sobre sus beneficios. Pero, ¿qué es meditar?, ¿cómo se medita?. Para los que estén interesados en ello, este artículo tratará de aportar algunas recomendaciones básicas que nos permitan iniciarnos en la práctica meditativa. Existen muchos manuales y libros sobre la meditación, sobre sus técnicas y pautas. No obstante y sin perjuicio de que la literatura nos abre las puertas y nos adentra en ámbitos que nos suscitan curiosidad, la idea de la meditación es pasar a la práctica.
Lo importante es poder encontrar un rato al día en el que podamos estar solos, en un espacio tranquilo de nuestra casa, sin mucho ruido. Podemos encender una luz tenue, una vela o poner un incienso. Respecto a la postura, lo más importante es mantener la columna vertebral recta: podemos sentarnos en el suelo con las piernas cruzadas y las manos suavemente apoyadas en las rodillas con las palmas hacia arriba o con el dedo índice y pulgar unidos. Si esta postura resulta incómoda podemos sentarnos en una silla con ambos pies apoyados en el suelo y las palmas de las manos hacia arriba, descansando sobre las rodillas.
Meditar no es pensar. Meditar es entrar en un estado interno de quietud. Para ello, empezamos la práctica centrándonos en la respiración. Efectuamos tres respiraciones profundas y completas (inhalar el aire por la nariz hinchando el abdomen, subiéndolo poco a poco hacia la zona media o pulmonar para terminar en la zona alta o clavicular), reteniendo el aire y expulsándolo lentamente por la nariz. A continuación efectuamos, por ejemplo, cinco respiraciones, contando el tiempo que tardamos en inhalar por la nariz de forma completa, retenemos el aire en el interior durante unos segundos, y exhalamos en el doble de tiempos que hemos necesitado para inhalar. Es muy probable que durante la práctica aparezcan pensamientos en nuestra mente. Es normal que ello suceda ya que estamos continuamente pensando, en la mente. Si es así, dejamos que esos pensamientos se acerquen y se alejen como si fueran nubes cruzando el cielo: lo importante es no engancharse ni recrearse en ellos. A la respiración podemos unir visualizaciones de objetos o paisajes agradables (imaginar que olemos una flor, el sol, una playa…). En la meditación no hay reglas estrictas, la única norma es dejarse fluir.
Con la práctica diaria y constante de la meditación nos sentiremos más tranquilos, más serenos y más conectados con nuestra esencia y con un estado interno de quietud. Si la practicamos por la mañana nos ayudará a afrontar el día con más conciencia y menos nerviosismo y si lo hacemos por la noche, nos iremos a dormir más tranquilos, relajados y satisfechos. Poco a poco podemos ir incrementando el tiempo de dedicación, recordando siempre que lo importante es la práctica y, por supuesto, el disfrute.